Este año me ha tocado vivir la Nochevieja y Año Nuevo
en Shanghai, y por supuesto que ha sido diferente, pero fue noche extraña y
rara como pocas. Paso a relatar aquí los sucesos acontecidos en esta noche tan
particular del año.
Empezamos por la mañana que llego tarde al
trabajo puesto que, cabecita la mía, se me olvida la tarjeta del metro en casa
y tengo que volver a por ella, perdiendo 10 minutos entre la ida y la vuelta.
Tras eso y siendo un día bastante pesado, salgo antes del trabajo para ir a Jing’An
Temple, donde había quedado con mi amigo Curtis y su colega Paul, que venían
desde Kunshan para celebrar el año nuevo con nosotros.
Pasamos por mi casa para cambiarme porque ya
a las 18.30 habíamos quedado con Gabi para cenar. Locura en el metro, la gente
saltando unos encima de otros para meterse en el metro pero por fin llegamos a
People’s Square. De allí “intentamos” movernos hasta el Saizeriya de Nanjing
Road y digo intentamos porque jamás había visto esa calle tan abarrotada.
Increíble, es que daba miedo, sólo se veía una marea de cabezas miraras hacia
donde miraras. Llegamos al restaurante en cuestión y obviamente era imposible
comer allí, porque era día 31, la hora de la cena, al día siguiente era festivo
y lo más importante, había una cola de 2 horas y media. Así que con todo el
dolor de mi corazón acabamos cenando en McDonalds. Sí, la cena de Fin de Año ha
sido en un McDonalds, pero es que eso era una auténtica odisea.
Estuvimos esperando a mi compi de piso para
que cenara allí y ya reunirnos con ellos. Tardaron mucho por toda la gente que
había y cuando todos nos fuimos cada uno cogió para un sitio. Mientras me
despedía de mi amigo le dí el móvil a Gabi para que llamara a otro amigo más, y
la perdí de vista 5 segundos y ya no la volví a encontrar. Me encontraba en la
que creo que esa noche era la calle más transitada del mundo, sin móvil y sin
manera de encontrar a mis amigos. Me fuí hasta el principio de Nanjing Road, a
donde se suponía que nos dirigíamos y al intentar acceder al paso subterráneo
que conecta con People’s Square me encontré con algo que sólo con este vídeo es
entendible.
Nos fuimos caminando hasta el Bund para ver los
fuegos artificiales. Calles abarrotadas, la gente andando y algunos corriendo
por la carretera, digno de verse. Me vais a tener que perdonar pero es que esa
noche mi móvil normal estaba sin batería y la cámara no la llevé, así que solo
tengo 2 o 3 fotos. Llegados al bund, donde todo estaba colapsado, el ejército
por todos lados para evitar cualquier percance, lo que daba un toque un poco
siniestro a la celebración, pero todo sea dicho y sin faltar al respeto, el
ejército chino parece de chiste. Aparte de las diferentes alturas, los soldados
no sabían formar, se tropezaban unos con otros, no se mantenían en sus
puestos... En lugar de un ejército parecía que habían cogido a unos cuantos y
les habían puesto uniforme. Un poco extraño todo.
Estando allí, un colega de los que venía con
nosotros necesitaba ir al servicio urgentemente, así que yo, como también tenía
que ir, me decidí a acompañarle. Craso error. Hete aquí mi segunda temporada de
LOST. Nos pusimos a buscar McDonalds, KFC, Burger King, o cualquier bar o
callejuela para ir al servicio pero nada. Nuestros amigos nos llamaron y
dijeron que había un servicio cerca de donde estabamos antes, así que a
desandar lo andado que no era poco. La gente empezó a correr, porque al parecer
estaban cerrando las calles y nosotros seguimos el nuevo lema de “¡Si corre el
chino voy yo detrás! Llegamos donde supuestamente estaban nuestros amigos y
resultaba que se habían cambiado de lugar. Habían subido al paseo donde estaba
todo el mundo y allá que fuimos nosotros.
Eran las 11.20 y dijimos, “Tenemos tiempo”.
Subimos al paseo, sin poder llamarlos porque las líneas estaban inoperativas,
tratando de buscarlos, entre la marabunta de gente. Llamábamos cuando podíamos a
Renny, y nos movíamos de aquí para allá sin resultado alguno. Eran las 11:40 y
nos empezamos a poner nerviosos. Volvíamos a llamar pero ellos o por pereza o
por imposibilidad no salían a buscarnos, y cada vez más gente en el paseo. 11.48
y ni rastro de nuestros amigos, sin poder llamarlos, así que decidimos
situarnos en un lugar estratégico y un poco peligroso para ver los dichosos
fuegos, mientras decíamos, “Tío, esta será una historia para contar a tus
nietos, de cómo viviste un fin de año en Shanghai con alguien que acababas de
conocer esa misma noche mientras andabas perdido”
La mejor parte vino con los fuegos artificiales.
No por los fuegos, que no estuvieron mal, sino por la marea de pantallas de móviles,
tablets, phablets e incluso de ORDENADORES. Sí señores, ordenadores. Esta gente
no vive el momento, prefiere capturarlo. Y yo, como buen nuevo chino, quise
capturar ese momento, porque por mucho que lo explique, sólo con esa imagen se
entendería. En el cielo los fuegos. En el paseo sólo pantallas relucientes.
Sólo en China.
Tras todo este periplo conseguimos quedar con
nuestros amigos y fuimos al Muse 1, cerca del Bund, donde tuvimos algún
problema con unos estúpidos franceses que decían que había que ser duro en
Shanghai para sobrevivir, pero bien que los mandaron al carajo los de
seguridad. El resto de la noche fue pegando botes, evitando chinos borrachos y
pasándolo bien. Lo que quedó fue intentar volver a casa andando, porque los
taxis pedían unos 150 yuanes, sin importar la dirección, por lo que esperamos
un poco hasta que abrió el metro y nos fuimos a casa, demasiado cansados para
cualquier cosa.
Como resumen de la noche, está comprobado que siempre hay
aventuras allá donde no te lo esperas y como consejo diré: ¡NUNCA SUELTES TU
MÓVIL EN CHINA!
¡Feliz Año a todos y nos leemos en breve!
No hay comentarios:
Publicar un comentario